sábado, 13 de junio de 2009

SASICUCHO




El zambullidor de Junín es el símbolo de la conservación en la sierra central del Perú
Foto: Alejandro Tello
Todavía húmeda por la helada de la noche anterior, los parajes de la sierra central despiertan al amanecer con caminos que nos llevan a recorrer ríos rojos, tierras infértiles y lagos envejecidos. Estamos en la ruta de las mineras. El camino que conduce hacia los socavones de la muerte.
Escribe: Iván Reyna RamosFotos: Yessica Vega Zegarra
Dos de febrero. Es el Día de los Humedales y la ocasión nos lleva al lago Junín o conocido también como Chinchaycocha que se encuentra dentro de la Reserva Nacional de Junín. Despertar en la carretera central, por encima de los cuatro mil metros sobre el nivel del mar es toparse con paisajes arropados de copas de nieve, es avistar aves endémicas del Perú como el Cinclodes Ventriblanco (Cinclodes palliatus), el Canastero de Junín (Asthenes virgata), el Tijeral Conicastaño (Leptasthenura pileata), la Estrellita Andina (Oreotrochilus melanogaster), el Minerito de la Puna (Geositta saxicolina), entre otras que suman unos 600 individuos distribuidos en los territorios de Junín y Cerro de Pasco; según los cálculos de Constantino Aucca, ecólogo y presidente de la Asociación Ecosistemas Andinos (ECOAN), quien nos habla que estas especies son endémicas o propias del Perú y algunas están críticamente amenazadas por la pérdida de su hábitat natural.
Pero los paisajes y las poblaciones de la sierra central también se hallan cubiertos de contaminación, de polvo minero, de tierras y aguas rojas por la sedimentación de metales que dejan los relaves. Sin duda, estamos en la ruta de la contaminación. Y paradójicamente en la ruta de la biodiversidad. La vida aquí se sostiene de un hilo.
Símbolo de la conservaciónEn esta meseta llamada Bombón se estira el lago Junín (el segundo lago más grande del Perú, después del Titicaca), que con más de 53 mil hectáreas (364 kilómetros cuadrados) da vida a unas 150 especies de aves entre residentes y migratorias, de las cuales se encuentran el Zambullidor de Junín (Podiceps taczanowskii Berlepsch & Stolzmann), el Yanavico (Plegadis ridwayi), la Gallareta Andina (Fulica ardesiaca), la Polla de Agua (Gallinula chloropus), el Pato Puna (Anas puna), y otras más.
Pero también aquí vivió la Rana Gigante o Goliat (Batrachophrynus macrostomus). De acuerdo a una publicación de la Universidad Católica del Perú, hace doce años, el primer Centro Experimental de Ranas inició un proyecto en el que reprodujo 10,000 ejemplares en cautiverio con la finalidad de evitar su extinción. En la actualidad ya no hay rastros de este batracio. De acuerdo a estudios histológicos, la rana se extinguió hace un par de años por intoxicación del cobre venido de los relaves mineros. En oposición a estos hechos, la Dirección General de Salud Ambiental - DIGESA, afirma que el agua del lago Junín se encuentra apta para la crianza de ranas.
Ahora, el ícono de la región es el Zambullidor de Junín. Las autoridades han elegido esta fecha para declararlo públicamente como ave regional y símbolo de la conservación. Las primeras noticias de esta ave se remontan a 1872 cuando el ornitólogo polaco Konstanty Jelski capturó el primer ejemplar en el lago Junín, y después de enviárselo a su amigo Wladislaw Taczanowski, éste publica un tratado respecto a las aves peruanas (Ornithologie du Pérou, 1884). Es así que el Zambullidor se hace conocido pero sería recién en 1894, que el alemán Berlepsch y el polaco Stolzmann, permiten reconocerla como nueva especie para la ciencia.
Desde entonces, se ha reconocido al zambullidor como ave endémica, es decir, que no habita en otra parte del mundo sino en la región Junín del Perú. De acuerdo a los datos del Fondo Nacional para Áreas Naturales Protegidas por el Estado - PROFONANPE, hoy existen aproximadamente 250 ejemplares en el humedal más grande de Sudamérica.
Foto: Alejandro Tello / ECOAN
Sin alzar vueloEl Zambullidor en esta época se encuentra en periodo de reproducción (noviembre a marzo), que por lo general originan dos crías por año, y se suma a ese bajo índice el fuerte impacto provocado por los seres humanos. “El Zambullidor necesita profundidad para alimentarse, pero con la contaminación urbana, rural, minera, embalse y desembalse de la compañía eléctrica, han logrado que el Zambullidor ahora se alimente de insectos”, refiere el ingeniero Orlando Delgado Vicuña, responsable técnico del Instituto Nacional de Recursos Naturales (INRENA) de la Reserva Nacional de Junín.
A decir del especialista, el Zambullidor no se encuentra en los diferentes pisos ecológicos. Y aunque tiene alas normales no tiene hábito de vuelo porque carece de músculos pectorales y el esternón atrofiado. Su dieta se basa en pequeños peces como “challhuas” (Orestia sp.), insectos y otros invertebrados que viven protegidos en extensiones de Chara. Y en la época de anidamiento salen a las orillas en busca de totorales o islas de vegetación flotantes.
El zambullidor pasa gran parte del año en el centro del lago debido a que allí puede alimentarse de peces y de algunos insectos para no compartir con otras aves. De acuerdo al monitoreo efectuado por el fotógrafo de naturaleza e investigador de ECOAN sobre el Zambullidor de Junín, Alejandro Tello Guevara, “La mayor población del Zambullidor se encuentra replegado en la zona sureste del lago, ya que es la parte -al parecer- menos contaminada por los relaves mineros y los efectos del embalse y desembalse”.
Si bien se ha iniciado una campaña a favor del Zambullidor de Junín como Ave Regional y Símbolo de la Conservación por todos los méritos que significa una especie endémica. También es una especie seriamente amenazada. Según el Decreto Supremo N° 034-2004-AG, le otorga la categoría nacional de Especie en Peligro Crítico. En el ámbito internacional, la Unión Mundial para la Naturaleza - UICN le ha dado la categoría de Especie Críticamente Amenazada. Igualmente ha sido incluida en el Apéndice I de la CITES (Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres) como Especie en Peligro de Extinción. Y Bird Life Internacional en el Area de Aves Endémicas (IBAs) lo considera Especie de Distribución Restringida y Amenazada.
Valle de las minasDesde hace aproximadamente tres siglos las cuencas del río Mantaro y el lago Junín se vienen contaminando con relaves mineros en una proporción estimada en 50,000 metros cúbicos por año. Entre los residuos de metales que se vierten cada día por el llamado Complejo Metalúrgico de la Oroya al río Mantaro se encuentran aproximadamente 1,000 toneladas de bióxido de azufre, 2,500 toneladas de plomo, 2,500 toneladas de arsénico, 20 toneladas de cadmio y 20 toneladas de material particulado, además de fuertes cantidades de hierro, mercurio, zinc, manganeso y cobre, según se puede leer un informe del Dr. Godofredo Arauzo a la Sociedad Peruana de Derecho Ambiental en marzo de 2007.
La contaminación se inicia en las alturas donde la Compañía Minera Volcán S.A. (primera productora de zinc en el Perú), la Sociedad Minera El Brocal S.A. (extrae cobre y plata de la mina Colquijirca), y la Compañía Minera Aurex S.A. (extractor de oro),
arrojan sus desechos a las aguas del río San Juan que baja a contaminar el lago Junín y continúa luego por el río Mantaro, según un informe emitido en 1996 por la Dirección de Asuntos Ambientales de Centromín Perú, y en el que se agrega que las sustancias descargadas son potencialmente peligrosas como el cadmio, cobre y plomo, al exceder los valores límites permisibles.
El hecho es que la contaminación ya ha ocasionado la muerte de la mayoría de la flora y fauna que habitaban en la región. A veces se cree que la contaminación sólo ocurre en contacto con los minerales, sin embargo también se da por la oxidación del manganeso y el hierro. Es decir, las partículas de la oxidación de estos metales son las que producen la tonalidad roja y al mismo tiempo se forma una capa sobre la superficie del agua. De modo que las plantas acuáticas no pueden realizar la fotosíntesis y finalmente mueren.
Se suma otro hecho preocupante. Se trata de los relaves que contaminan el subsuelo. La razón es que la tierra se vuelve infértil al absorber los tóxicos. De esa manera el desarrollo de la vegetación se encuentra aniquilado, y el consumo de los alimentos producidos en estos sembríos origina enfermedades irreversibles como el cáncer. Pero la contaminación también conduce a la pobreza, debido a que las poblaciones de esta parte del país viven en su mayoría de la agricultura.
Si bien hasta ahora la situación es degradante. Que se puede esperar dentro los próximos treinta o cincuenta años. No se trata de medir los efectos del momento sino las consecuencias en el futuro. El informe del Dr. Godofredo Arauzo indica que existen 17 centros mineros en el ámbito de la cuenca del Mantaro, y también 67 centros mineros abandonados que anualmente arrojan 50 mil toneladas de relaves. Basta recorrer el espinazo andino de Cerro de Pasco y Junín para sorprenderse con montañas intactas de minerales, lo que significa que la explotación continuará en el futuro.
Una explotación sin principios de sostenibilidad ambiental y sin responsabilidad social como hasta ahora se viene realizando, es lo que lleva a dejar de lado el tema del agua como fuente de vida. Un ejemplo de esta práctica es un informe técnico donde se refiere que el agua del río San Juan es ácida por su alta concentración de hierro conocido como Potencial de Hidrógeno (pH). Mientras el Ministerio de Energía y Minas y OSINERGMIN sabe que el tiempo pasa y los residuos sedimentados siguen formando parte del pasivo ambiental minero, sin emitir respuestas a favor de la recuperación.
Lo que tampoco se sabe es si se está cumpliendo con los Programas de Adecuación del Medio Ambiente (PAMA) y demás asuntos planteados en el Plan de Manejo Ambiental para el lago Junín desde el 2002. En ese sentido, algunas instituciones involucradas vienen coordinando a fin de efectuar una auditoria ambiental independiente que a través de una consultora internacional se logre saber lo que realmente sucede con el lago Junín.
En voz altaUnas 46,000 personas viven en condiciones de pequeños propietarios en tierras que rodean la Reserva Nacional de Junín. Sólo en el interior del área se encuentran aproximadamente 4,000 asentados. La mayoría vive de la agricultura y ganadería. La pesca está prohibida por encontrase infectada.
Actualmente hay sobrepoblación de ganado que ha llevado al sobrepastoreo. Es común la extracción de turberas (champa de pasto en bloques) para fines energéticos pero que genera la pérdida de depósitos de agua, colchones de nidificación y escasez de alimentos. Otra es la extracción de totora para alimentar a los animales domésticos. También la caza de aves y el recojo de huevos. La quema de totorales dicen que favorece su rebrote y ayuda a la caza de cuyes silvestres; pero con la implementación de vedas se regulan estas prácticas de alternativas económicas.
Lo que muy poco se sabe es que la contaminación se ha extendido en por lo menos 80,000 hectáreas alrededor del lago Junín. Se estima que el lago se encuentra contaminado en un 50 por ciento. Que la profundidad se ha reducido y en consecuencia se advierte su temprano envejecimiento. Y todo hace indicar que dentro de tres décadas el lago simplemente se colmatará.
Y aunque las poblaciones que viven alrededor del lago no conocen de estos datos, ellos por el sentido común saben que las cosas andan mal. Flavio Astuhuamán Yauri, comunero de Sasicucho, deja de lado la hipocresía para hablar claro “El lago fue declarado en emergencia, pero de qué vale si hasta ahora no se ha hecho nada. El lago sólo ha servido de objetivo político”. Sin embargo, las comuneras Rufina Córdova y Apolinaria Guere reciben a la comitiva por el Día de los Humedales con vistosos paneles en el que se puede leer: “Cuidemos nuestro lago y protejamos al Zambullidor”.
En el distrito de Ondores, donde se impone la iglesia construida de piedra sobre piedra, Anatolia Domínguez Echevarría dice que “La gente no está en contra de la minería, sino en contra de la contaminación. Los relaves han acabado con las ranas y ahora harán lo mismo con el Zambullidor. Aquí el que contamina debe pagar”. Luego Octaviano Quijada Meza, delegado de la comunidad va más allá con su propuesta: “Se debe construir una compuerta debajo del puente Upamayo para que el agua contaminado no pase al lago Chinchaycocha, y de esa manera evitaríamos que se siga contaminando”.

Luego ingresamos a la frontera de Junín y Pasco. En el Centro Poblado de San Pedro de Pari. Uno de los carteles le dice a la comitiva que avanza al norte “Viva el Día de los Humedales… Pari está Presente”. Y entonces sale al frente Aureliano Vicente Carhuas quien con nostalgia recuerda “Desde 1930 cuando construyeron la represa Upamayo nos han recortado 3,750 hectáreas de nuestras tierras sin que hasta la fecha tengamos compensación ni indemnización de parte de la empresa que se ha hecho dueño del agua”. En esa misma línea, la alcaldesa de Pari con mucho más optimismo agrega “todavía podemos hacer algo frente a las empresas hidroenergéticas”.
Sólo al llegar a la represa de Upamayo (origen del río Mantaro) se observa la latente amenaza al ecosistema. Al elevarse inunda nidos de aves y al bajar deja regados a peces y anfibios sobre tierras secas. Igualmente las áreas destinadas al pastoreo son empantanadas en épocas no previstas. De ahí que las diez comunidades afectadas: Junín, Ondores, San Pedro de Pari, Cochamarca, Vicco, Ninacaca, Carhuamayo, Huayre, Chuiroc y Matacancha, claman indemnización.
Después pasamos por el distrito de Vicco, donde algunos chanchitos llaman la atención al pasear libremente por la plaza, a un lado de la iglesia Inmaculada Concepción levantada a punto de piedras, Gloria López y Mariela Gómez, ambas coinciden en que todas son buenas intenciones. “Las autoridades siempre nos repiten que van a implementar procesos contra los que contaminan”, dice Gloria; pero no es otra cosa que “un rosario de promesas”, agrega Mariela.
Para agregar un dato más a esta historia, hace poco un expresidente de la República dijo que no se hable de contaminación en el lago Junín porque se ahuyenta la inversión privada. Si es así, entonces de qué calidad de vida se le puede hablar al niño Angelo Morales de la comunidad de Sasicucho. O simplemente esperar que nazcan niños condenados a morir por la contaminación minera.
Si bien el 20 de enero de 1997 el lago Junín obtuvo el reconocimiento como Humedal de Importancia Internacional RAMSAR. Y hoy se inició la campaña para reconocer oficialmente al Zambullidor de Junín como ave regional y símbolo de la conservación. Quien anima al hombre a encaminar sus acciones a favor de la vida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario